En este artículo, me gustaría compartir mi perspectiva sobre la cultura del esfuerzo, un tema que me ha estado rondando la cabeza por más de un año. A partir de mi propia experiencia y de las lecturas que he realizado, he llegado a la conclusión de que la cultura del esfuerzo no es la única receta para el éxito, pero sí es un camino que te permite convertirte en la mejor versión de ti mismo.

A lo largo de mi vida me he autonombrado como un dato atípico de la sociedad u otro nombre que me gusta, soy parte de la resistencia. El discurso de no puedo lograr algo, no cabe en mi vocabulario ni en mi pensamiento, he tratado de romper esos paradigmas y constantemente adaptarme a nuevos procesos que me permitan obtener resultados diferentes y sobre la marcha perfilarme nuevos objetivos que quiero alcanzar.
El crear nuevos hábitos no es una tarea sencilla, pero después de un año puedo ver resultados que impactan directamente en mi salud, caso más reciente el tema de resistencia a la insulina, he logrado ver cambios que me motivan a seguir asistiendo día a día a mi rutina de ejercicio. Justo el día de hoy terminé el segundo libro del 2024 y al igual que cada libro tiene su aporte en mi persona, este libro que se titula “El diario de Ana Frank”, quien lo haya leído sabrá el impacto que tiene y que al pasar de los años todavía sigue vigente, me enamoró la manera en como Ana escribe y se expresa para dejar huella, es muy hermosa, pero sobre todo la idea de no ser igual que el promedio es motivante, me impulsa a seguir haciendo pequeños esfuerzos que cuando volteo hacia atrás me doy cuenta del gran recorrido que he vivido.
He sido testigo de cómo la "cultura del mínimo esfuerzo" se ha apoderado de muchos jóvenes, incluyendo algunos estudiantes con los que convivo a diario. Esta tendencia me genera sentimientos encontrados, ya que yo mismo reconozco que a esa edad también fui presa de tomar el camino fácil, pero, ¿qué me motivó a adoptar la cultura del esfuerzo? La respuesta es sencilla, detonar cosas distintas en mi proceso de vida.
A lo largo de mi andar he aprendido que la constancia y la disciplina son los pilares fundamentales para alcanzar cualquier meta. El esfuerzo diario, en cualquier ámbito de la vida, te permite construir un camino de éxito personal, sin importar si se trata de dejar de fumar, mejorar tu condición física o aprender un nuevo idioma.
La cultura del esfuerzo no se trata de competir con los demás, sino de desafiarte a ti mismo y superar tus propios límites. Es un camino que requiere valentía y sacrificio, pero que te recompensa con la satisfacción de saber que estás dando lo mejor de ti.
Si bien la cultura del esfuerzo no es el único camino para el éxito, sí es una herramienta poderosa que te permite alcanzar tus metas y convertirte en la mejor versión de ti mismo. No se trata de trabajar sin descanso, sino de encontrar un equilibrio entre la dedicación y el bienestar personal.
Pero, que tanto es suficiente aplicar la cultura del esfuerzo en nuestra vida diaria, mi discurso siempre es “el día que muera descansaré” pero, a veces creo necesario detenernos un poco y reflexionar, observar la sencillez de las cosas y no esforzarnos tanto, considero que esta cultura del esfuerzo predomina para poder demostrar a la sociedad algo que en años atrás nos juzgó, estoy completamente seguro que eso es un camino incorrecto y la única persona a quien debemos demostrar adoptando una cultura del esfuerzo es a nosotros mismos, que ese niño interior se sienta orgulloso de nosotros y te diga al oído “gracias”.
Así como el pájaro da conciertos con su hermoso canto sin ningún público que lo escuche, escribo por la convicción de que es una manera de expresarme y que son pensamientos que mis labios no lo dirán.
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Comentarios
Gracias por compartir el texto. Ha llegado a mí en el momento indicado... estoy de acuerdo en lo que se plasma, sobre todo en la importancia de saber detenernos en cierto momento. Difícil pero no imposible encontrar el tan ansiado y necesario equilibrio... Saludos!!!